jueves, 4 de febrero de 2016

Del amor propio al servicio a otros.


Hace un tiempo fui a un lugar de esos en los que encuentras muchos libros de autoayuda y de sanación. La mayoría de libros orbitan alrededor de temas como desarrollar el amor propio, quererse uno mismo, etc;  Entiendo, entre otras por mi labor cotidiana, lo importante del amor hacia uno mismo y de desarrollar la autoestima, eso no está en discusión.  Sin embargo,  me vengo preguntando, y en ese amor donde está el otro, y no sólo el otro que es mi mejor amigo, mis hijos, mi madre,  mi padre, sino el otro, cualquier otro…

Estamos tan centrados en desarrollar nuestro propio amor que a veces tengo la sensación que parecemos “adictos” a nuestras heridas, algo narcisos, imbuidos en autoconversaciones en donde queremos que los demás reconozcan nuestro dolor o admiren  y alaben nuestro esfuerzo de cambio, pero sin cambiar de manera efectiva con el otro, sin re-conocerlo.

Desde mi perspectiva, el amor propio también se desarrolla cuando servimos o cuidamos a otros.  Se fortalece en la comunión con otras personas, porque en la medida que compartimos o sentimos que podemos aportar y hacer algo benéfico a favor de los demás, estamos experimentado lo que somos capaces y  lo que es posible crear a partir de nuestras intenciones de contribución. 

Así es que sí, invirtamos en querernos, en elevar nuestra autoestima pero no nos quedemos ahí, no esperemos a sentir un amor perfecto hacia nosotros mismos; mejor, salgamos al mundo a servir de la manera que más nos guste y mejor sepamos,  apliquemos nuestros talentos a favor de otros,  reguemos nuestros dones y al final del día, compartamos cómo nos sentimos.

.¿Queremos vivir desde el dolor y en el pasado o mejor, reconociendo nuestras heridas y dificultades sin quedarnos anclado en ellas, sino sabiendo que ellas nos permiten conectarnos con otros seres humanos y que las podemos aprovechar para  servir y derramar nuestra belleza sobre otros?


Nuestras heridas, nuestros defectos y vulnerabilidades nos hacen más humanos; démonos a nosotros mismos amor con la intención de esparcirlo también sobre los demás, lo más seguro es que se multiplique.